
El tema que quiero abordar hoy es un tema conflictivo y lo voy a exponer desde mi punto de vista, es decir, desde el de una mujer. Pero no quiero caer en feminismos baratos así que todo lo que voy a contar a continuación se puede usar en todas las direcciones: mujer-marido, marido-mujer, padres-hijos, jefe- empleado, etc. Yo voy a contar mi caso concreto, pero a mi marido le pasa lo mismo conmigo, aviso.
El caso es que cuando nació la niña, y como nos pasa a todas o casi todas, todo lo quería hacer yo, porque era la única que sabia como se hacía. Pensaba que él no sabía hacer nada o no se apañaba bien. Y al final empecé a pensar que no me ayudaba nada y me empecé a poner de mal humor.
Por otro lado, él empezó a pensar que lo mejor era que me ocupara yo de la niña para no ponerme nerviosa y al final como no le dejaba hacer nada pues no sabía hacer nada, porque no tenía ocasión de aprender.
La realidad era que no hacía nada porque yo no le dejaba. Hay que dejar que los demás hagan las cosas, y en especial con el padre cuando hablamos de temas de maternidad. Si no te sientes útil o no te sientes involucrado pierdes el interés y te ocupas de otras cosas. Eso nos pasa a todos.
A lo mejor lo hacen peor o te pone nerviosa. La pueden liar 10 veces hasta que lo hacen bien, pero hay que recordar que él bebe es de los dos y que los dos tenéis que cuidarle, cada uno a su manera, igual que cada madre lo hace de una manera, los padres también tienen su manera de cuidar, siempre diferente pero siempre con buena intención y bien hecho.
Es muy importante entender que cuando llega un bebe a una casa, y que a pesar de que la responsabilidad mayor suele recaer en la madre, el niño es de los dos y los dos tienen que cuidarlo. No es de tu propiedad y no eres la dueña. Hay que aprender a desprenderse y exigirle a tu compañero que sois los dos juntos los que cuidáis ahora y educareis después a ese hijo. Juntos.
