Ayer fue el santo del de 3 años, y como en casa procuramos hacer algo especial el día del santo, para que vean lo importante que es, lo celebramos con alegría y le hicimos un regalo: un coche de policía, de estos pequeños. Emoción máxima, todo el día con el coche, hasta quiso dormir con él.
Esta mañana el coche no aparecía por ninguna parte. Lloros, enfado, nervios… pero al final se ha ido al cole sin su coche, haciéndome prometer, eso sí, que lo iba a buscar por la casa.
Ya en la puerta del cole, la mayor, la de 7 años, me pide que le coja una mascarilla de su mochila. Imaginaos mi sorpresa cuando veo, entre las mascarillas, el susodicho coche.
- ¿Qué hace aquí este coche?
La niña me mira, y con cara de agobio me dice que no lo sabe. Pero al cabo de unos pocos segundos se rompe, me dice que sí, que lo ha cogido ella… y se pone a llorar desconsolada.
Le devuelvo el coche al hermano, que, a todo esto, ni se ha enterado de que su hermana se lo había cogido, sino que se ha emocionado de que haya aparecido, y se ha ido tan feliz con su regalo de Santo.
Miro a la mayor, y no sé qué decirle…
Le he dicho que ya hablaríamos. Pero ¿de qué? ¿Qué hago con ella? ¿Cómo educo o corrijo esas ganas que tiene de tener para ella las cosas nuevas de los demás?
Entiendo las cosas que mis hijos hacen mal cuando las he vivido y se cómo ayudarles: Un ataque de ira, el desorden, la pereza, la soberbia, doscientas mil cosas… Pero, con los pecados que no están entre tus debilidades, cuando nunca has entendido algo y ves ese pecado en tu hijo. ¿Cómo se educa? ¿Qué herramientas tengo que darle para solventar el fuego de las tentaciones y salir airoso?
Me veo incapaz.
Ya. Entiendo. No lo sé todo. Y, gracias a Dios, tengo gente que me aconseja, y un buen director espiritual a un toque de Whatsapp para momentos así, pero… ¡Qué importante es formarse, pedir ayuda…! Porque van apareciendo nuevos retos, nuevas etapas donde los niños van madurando y aprendiendo, y es nuestra labor educarles bien y darles las herramientas necesarias para que el día de mañana sean unos adultos fuertes y equilibrados.
Porque la educación, y las herramientas que mediante ésta les demos ahora, serán su única defensa para salir al mundo.
