
Ahora que empiezas en el maravilloso mundo de la maternidad, te darás cuenta de lo duro que es separarse de tu bebé para volver al trabajo. Esa sensación de querer estar en otro sitio: en casa quieres estar trabajando, pero en el trabajo suspiras por volver con tu hijo y sientes que te estás perdiendo algo.
El otro día, discutía con una amiga mía: ella me contaba que desde que era madre su becario había ascendido y ya tenía un cargo superior al suyo, y me decía, enfadada, la injusticia que había en el sector laboral entre hombres y mujeres.
¿injusticia? ¿seguro?
La realidad no es esa, no hay diferencia entre hombres y mujeres, o por lo menos no hay motivos para que las haya. No, aquí el problema es otro.
El problema es que siempre habrá diferencia entre la gente que tiene que conciliar y la gente que no. Básicamente, la diferencia está entre la gente que tiene hijos y la gente que no los tiene.
Es cierto que las más perjudicadas en este sentido somos las mujeres, lógicamente porque somos las que parimos, pero esto no es un conflicto entre hombres y mujeres. A mi amiga no la ascendían no por ser mujer, sino por ser madre.
Hay que ser realista, el tiempo es limitado, y normalmente cuanto más tiempo dedicas a algo mejor lo haces. Cuando una persona dedica el 100% de su tiempo al trabajo le acabarán ascendiendo antes que una persona que dedica el 50, el 70 o el 95%.
Una persona que tiene hijos, por mucha ayuda que tenga y por poco que se ocupe de ellos, ya no tiene el 100% del tiempo para dedicarle al trabajo. Simplemente es imposible.
No sé porque la sociedad nos dice, sobre todo a las madres, que podemos hacerlo todo. Y tampoco sé por qué nos lo creemos, lo que sí sé es que cuanto antes entendamos que no podemos competir en el mundo laboral con personas que no tienen hijos, mejor nos irá. Y, lo más importante de todo, más felices seremos.
Así que, amiga, disfruta, disfruta de tu hijo, disfruta de tu vida y haz tu trabajo lo mejor que puedas, y entiende que tu mayor éxito en la vida será tu familia. A los 80 años los únicos que te admirarán serán tus hijos y tus nietos. ¿Cómo quieres que te recuerden? Yo lo tengo claro. Yo quiero que me recuerden feliz.
